Más de tres millones de españoles trabajaron desde casa durante el confinamiento. El 40 por ciento de las empresas planea seguir con esta fórmula. Las ventajas hasta ahora son claras: favorece la conciliación, reduce los desplazamientos -y, por tanto, el impacto ambiental- y aumenta la productividad. Pero también plantea nuevos y desconocidos escenarios laborales. Para los trabajadores y para las empresas.
Una de las quejas que más se ha repetido tras la irrupción del teletrabajo tiene que ver con la proliferación de aplicaciones y software instalados en los equipos (ordenadores y móviles) para que la empresa pueda controlar la actividad de sus empleados. Estas herramientas pueden aportar información sobre el tiempo que pasamos trabajando, hacer capturas de pantalla cada diez minutos, geolocalizarnos e incluso sacar fotografías para ver si estamos activos.
«El borrador de la ley también hace referencia a este tema y determina que si la empresa utiliza alguna de estas herramientas deberá comunicarlo al trabajador; la medida, a su vez, tendrá que ser idónea, necesaria y proporcional», dice la abogada Lucía Gómez Barba, del despacho Sanahuja Miranda. En su opinión «que el jefe pueda ver en todo momento tu pantalla no es adecuado ni respeta tu intimidad». El profesor de Derecho Pere Vidal está de acuerdo: «Por supuesto que es legítimo que el empresario controle tu rendimiento, pero las injerencias en la vida íntima tienen que ser las mínimas indispensables».